viernes, 1 de octubre de 2010

ENRIQUILLO. GUERRERO Y ESTRATEGA DE SANGRE.



En las raíces mismas de la historia del pueblo dominicano, al cumplirse quinientos años de la llegada de Cristóbal colon a nuestra isla, marino expedicionario y conquistador al servicio de España, se distingue con viriles y trágicos matices, el primer capitán invicto americano que en larga y enérgica protesta  trato de salvar los restos de su raza: Enriquillo, el héroe del Baoruco, pionero en las luchas por la libertad y la dignidad humana que, respuesta a la violencia en sometimiento de los pueblos autóctonos , jalonaron todas las regiones del continente hasta culminar, en 1895, con el inicio de la última etapa de la guerra de la independencia de cuba. Cuatrocientos años después, al finalizar esa epopeya bajo la jefatura de Máximo Gómez quedaría consagrado, como método de lucha popular, el que fuera empleado por el cacique del Baoruco en su justa resistencia contra los conquistadores españoles.

El origen de este personaje de la vida colonial de la isla española, se pierde en la maraña de la leyenda y las especulaciones. Lo único que puede asegurarse es que siendo un niño, de ocho a diez años, fue rescatado del infierno de sangre provocado por Nicolás de Ovando en la parte sur de la isla. Diego Velásquez, futuro conquistador de cuba, le salvo la vida y lo llevo con él a la villa de Azua. Entregado para su bautizo y educación a los sacerdotes franciscanos establecidos en la región, fue llevado al convento de San Francisco establecido en la Villa de la Verapaz. Por lo menos así lo recoge Bartolomé de las casas, en su Historia de las Indias.

Allí aprendió a leer y a escribir y recibió como nombre cristiano el de Enrique, reconociéndole su jerarquía de cacique los religiosos y autoridades de la región. Dice las casas en relación con la vida de Enriquillo: este señor de aquella provincia del Baoruco, salido de la doctrina de los religiosos y hecho hombre, casose con una señora india, mujer de buen linaje y noble, llamada doña lucia (no Mecía, egf), como cristiano en haz de la santa madre iglesia. (Era Enriquillo alto y gentil hombre de cuerpo bien proporcionado y dispuesto;  la cara no la tenía ni hermosa ni fea, pero teniala de hombre grave y severo), el cual servía con sus indios a dicho mancebo Valenzuela como si se lo debiera, como dicen, de fuero, sufriendo su injusta servidumbre y agravios que cada día recibía con paciencia. [Referencia: De las casas, Bartolomé. “Historia de las Indias”,  México-Buenos aires, Fondo de Cultura Económica, 2da Edición, 1965, pág. 259 y 260].

Estableciendo el origen de la mujer que tomo por esposa, de buen linaje y noble, “señora india”, de nombre “doña Lucia”, no señala el autor que sea hija de español.

En sus años de adolescente  Enrique sirvió a Diego Velásquez. Cuando este se ausento de la isla  por sus diferencias con Diego Colon, el joven cacique  fue remitido a su comarca de origen, cerca de la villa de San Juan de la Maguana, encomendado con otros hermanos de raza a un señor de apellido Valenzuela quien le dispenso un trato humano, exento de atropellos.  Muerto el encomendero, su hijo quedo a cargo de las propiedades.


 Comenzó   entonces para el cacique un tratamiento cruel, de castigos físicos y morales, de parte del joven Valenzuela. (Se dice que Valenzuela intento enamorar a la india Mencia o Lucia, esposa de enriquillo en ausencia de este, pero la india lo rechazo, lo que provoco mas maltratos y atropellos de Valenzuela hacia los nativos).

Enrique o enriquillo, como también se le llamaba, llevo al conocimiento de las autoridades el comportamiento del encomendero. Pedro vadillo, teniente del gobernador, autoridad de mas jerarquía en la región, presto oídos sordos a las quejas del cacique. A santo domingo fue a dar con sus reclamos enriquillo. De allí fue remitido de nuevo a San Juan de la Maguana donde vadillo lo recibió con burlas y lo atropello físicamente, encerrándolo en prisión.

Por espacio de varios meses, enriquillo y sus hermanos de raza se negaron a seguir laborando bajo las órdenes y en beneficio de Valenzuela. No recibieron atención los reclamos del encomendero quien en repetidas ocasiones le mando a buscar. Como el cacique prestara oídos sordos a los llamados del español, Valenzuela, acompañado de once personas, se decidió a ir a buscarlos convencido de que su presencia, junto a hombres de armas atemorizaría a enriquillo y sus compañeros. Relata de las casas lo siguiente: “Llegado allá, hallolo a él (se refiere a enriquillo, egf) y a su gente no descuidados, sino con armas, que fueron lanzas, por hierros, clavos y huesos de pescados, y arcos y flechas y piedras y lo demás que pudieran armarse. [Referencia: De las casas, Bartolomé. “Historia de las Indias”,  México-Buenos aires, Fondo de Cultura Económica, 2da Edición, 1965, pág. 261]. 



Agredidos los indios por Valenzuela y sus acompañantes, aquellos se defendieron dejando muerto dos o tres de ellos y mal parados los demás. Enriquillo, a viva voz, advirtió a Valenzuela que no volviera jamás y que le perdonaba la vida por la memoria de su padre.

La suerte estaba echada. Días después más de setenta españoles a caballo y a pie, iniciaron la búsqueda del cacique y sus compañeros quienes se habían alejado en dirección a la sierra del Baoruco.  Durante su persecución los españoles tuvieron varias bajas y numerosos heridos. Esto ocurría a fines de 1518 o principios de 1519. La noticia de rebelión corrió como pólvora y números aborígenes de la comarca llegaron    para sumarse al grupo que encabezaba el cacique.

Las casas, que a su edad tendía a exagerar y no tenía criterio real de las cantidades, afirman que cerca de 300 hombres se sumaron a Enriquillo. La rebelión tomo a partir de entonces proporciones serias y de imprevisibles consecuencias para el gobierno colonial. De hecho, el levantamiento liquidó las encomiendas, sistema de explotación funesto para la raza aborigen no solamente en la isla Española, sino mas luego en toda América. La acción del cacique insurgente desarticulo, en casi su totalidad, esa institución que tuvo como origen los repartimientos realizados por Roldán en su rebelión contra Cristóbal Colon.

Varias expediciones militares fueron enviadas para apresar y sometes a Enriquillo. El problema de la rebelión tomo magnitud, después que las autoridades comprobaron que negros esclavos tomaban el camino de la sierra, para sumarse a las huestes del cacique. González Fernández de Oviedo, en principio el mas veras de los cronistas de indias en cuanto a la Española se refiere, dice: “E no se había de tener en tan poco, en especial viendo que cada se iba e fueron a juntar con este Enrique  e sus indios negros; de los cuales hay tantos en la isla a causa destos ingenios de azúcar, que parece esta tierra una efigie o imagen de la misma etiopia”. [Referencia: Fernández de Oviedo, González. “Historia general y natural  de las Indias”,  Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1959, Pág. 125].

Trece años de  insurrección del cacique del Baoruco costaron a la monarquía española más de 40,000  pesos oro. Asaltos, incendios, correrías, muerte de españoles y un peligroso ejemplo para los esclavos, que ya para fines de la década de 1520 sumaban miles en la parte sur  de la isla, dedicados a la producción de la caña de azúcar.

Su estilo de lucha y el método que aplico de guerra irregular, fue expresión de astucia, paciencia y prudencia; el eficiente servicio de la información y abastecimiento que organizo en la región, en las altas montañas de la sierra, le hicieron invencible. Un verdadero jefe militar, gran capitán, capaz de enfrentar y vencer a los representantes de la nación más poderosa del mundo en ese entonces. Su resistencia obligo al rey de España a comisionar a Francisco de Barrionuevo para poner fin, por vía de la negociación o de la fuerza, al largo conflicto que intranquilizaba a la colonia.    

Enrique del Baoruco, como se le conocía originalmente, recibió a Barrionuevo, en primera entrevista, portador de una carta de carlos V en la isla de cabritos, del lago Comendador, hoy lago Enriquillo. Minado por la tuberculosis, “de baja estatura, de complexión física robusta, con rostro severo y feo, picado de viruelas, astuto y callado”, según lo describe Barrionuevo, el capitán invicto, negoció y aceptó parte de los ofrecimientos del monarca español. Esos acuerdos nunca llegaron a ejecutarse a plenitud; el cacique asumió a partir de ese momento una actitud pacífica. Nunca bajó de la sierra y aunque se habla de una visita a Santo Domingo acompañado de su esposa, nada confirma este hecho.

Vino dos veces a azua, villa en la que fue recibido con distinción y festejos. Enriquillo nunca creyó en la sinceridad de los conquistadores, asi lo dijo al padre Remigio. Sabia, por propia experiencia, que los blancos europeos eran responsables de la desaparición de su raza. Educado por ellos, sabia como pensaban y actuaban. Esa convicción lo convirtió en las mas grande figura militar del siglo XVI en las tierras americanas.

FUENTE.
HÉROES Y PRÓCERES DOMINICANOS Y AMERICANOS.
AUTOR: Euclides Gutiérrez Félix.



   

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